Existió una vez un payaso, que se llamaba Risitas, el cual ya no sabía reír; se le habían olvidado las cosas divertidas que antes le hacían feliz y estaba muy triste con una vida vacía y sin emociones.
Así nuestro payaso volvió a ser el payaso Risitas que era antes, además con un nuevo amigo.
Encarni.
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